viernes, 11 de enero de 2013

PECUNIA NON OLET

“El dinero no huele”, eso le dijo el emperador romano Vespasiano a su hijo Tito en alusión al impuesto sobre la orina.

Resulta que en el siglo I no toda la plebe romana tenía acceso a la red de alcantarillado de la Cloaca Máxima y por ello usaban unos curiosos baños públicos. Eran recipientes de cerámica repartidos por la ciudad, donde se recogía la orina a la que se le daba una función. Se utilizaba como blanqueante para las togas por su alto nivel de amoniaco.

Vespasiano, como buen político, vio la posibilidad de engrosar las arcas públicas y creó un nuevo impuesto sobre la orina: “Vectigal Urinae”. La idea no fue muy bien acogida y hasta Tito, su hijo, la criticó. Ante esto Vespasiano lo tuvo claro: lo importante es conseguir dinero sin importar su procedencia.
En la actualidad en Italia se conoce como “vespasiani” a los urinarios públicos.


Letrinas públicas de Ostia Antica

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